Buenos días a todos y bienvenido VERANO.
Ya te llevamos sufriendo en toda España desde hace unas semanas. Espero que nos des una tregua y no despliegues todo tu poder. A veces te pones realmente insoportable.
En el pasado artículo de Hudipro hablábamos del Storytelling, un anglicismo sobre el que ya llevamos muchos años hablando y que trata sobre el arte de contar historias para despertar fundamentalmente nuestro lado emocional. Podéis leerlo aquí si aún no lo habéis hecho. https://www.hudipro.com/articulos/el-arte-del-storytelling/
Contar historias siempre ha sido divertido, y aún más escucharlas.
Desde pequeños siempre nos mostramos receptivos a las buenas historias, aquellas que nos remueven por dentro, nos hacen pensar o nos enseñan cosas de la vida o a empatizar con los demás.
Muchos recuerdan las historias y batallitas que nos contaban nuestros padres y abuelos, lo que nos enseñaban de su vida en otras épocas. Algo más mayores, sobre la adolescencia, todos recordamos las noches contando historias de miedo, reales o también inventadas, pero que despertaban en nosotros asombro, diversión, algo de miedo y mucha expectación.
Un ejemplo de Storytelleing que a mi me encanta.
La historia era importante, pero en ocasiones, era más la emoción del momento que la historia en si, la situación. Todo influye a la hora de contar historias, y la puesta en escena es algo fundamental, hacerlo a oscuras, con una linterna, a la luz de una hoguera… todo se envolvía en esa época en un halo de misterio que hacía de ese momento el más especial del fin de semana con nuestros amigos. La historia del señor de la cabina, el hombre que se arrepentía de suicidarse al darse cuenta de que no estaba solo en el mundo y un sinfín de ellas que muchos recordaréis.
Al final, las buenas historias venden, y las marcas se han dado cuenta:
Desgraciadamente cuando nos convertimos en adultos nuestra mente se centra en otros menesteres que creemos más importantes como el trabajo y la familia y en buena medida, perdemos ese punto de imaginación tan necesario en nuestro día a día. Nos preocupamos más por las historias del día a día, con escasa transcendencia generalmente y dejamos de imaginar y pensar.
Saber contar historias es un arte y las buenas pasan de generación en generación. No perdamos nuestras costumbres, imagina, sueña, escribe, cuéntale a tus hijos esas historias que le servirán también para abrir su mente.
Deja tu comentario