¡Hola!
Muy feliz lunes, en este fantástico día en el que se conmemora la onomástica de San Perfecto, un santo que ha hecho mucho daño.
Por culpa de este señor, se supone que vosotros tenéis que estar cachitas, tener el pecho bien depilado y llevar el corte de pelo a la moda, (casi siempre copia del futbolista de fama del momento). Nosotras lo tenemos un poquito más complicado, nos toca lidiar con los kilos, las canas, las arrugas o el incomprendido vello corporal.
Y si hablamos de la vestimenta… no me digáis que no os resulta un tostón, a veces, eso de tener que estar impecable.
Vosotros: americana y corbata a cuarenta grados a la sombra, que sudáis más en el metro que en la sauna del gimnasio, y esos zapatos apretados que hacen que vuestros pies deseen llegar a casa, cuanto antes, para ser libres.
Nosotras: a cinco bajo cero monísimas en faldita con medias finas y unos tacones que suelen cumplir, a raja tabla, la ley de Murphy: en el momento que menos lo necesitamos, se meten en cualquier agujero inoportuno y nos dejan cojas para el resto del día.
Y ya, para rematar, eso tan old fashion de tener que aparentar en el trabajo que estamos fenomenal, aunque nos hayamos levantado a las cinco de la mañana, porque vivimos donde Almanzor perdió el tambor, nuestros hijos no nos hayan dejado dormir ni un segundo, o hayamos estado toda la noche caminando por la casa para bajar la fabada que se nos antojó para cenar.
Mucho cuidado, por cierto, si os dormís en el trabajo y tenéis unos compañeros tan graciosillos como los de la siguiente foto.
Por todo esto, yo opino que sería genial instaurar el día de la “DESPERFECCIÓN”.
Se trata de, sólo por hoy, no aparentar lo que no es. ¿Te apetece?
¡Yo empiezo desde ya!
Os dejo con este hit que creo es ideal para comenzar con mi propuesta.
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