¿Quién no conoce a Freud? El famoso Psicoanalista que cambió la forma de ver el psicoanálisis también habló sobre el Humor.
Desde la perspectiva freudiana, gracias al humor el YO se protege: “Se niega a aceptar que los traumas del mundo exterior puedan afectarlo; o aun mejor, hace ver que estos pueden ser fuente de placer”.
La actitud humorística protege al individuo durante el enfrentamiento con contextos dañinos. Permite al herido mantener una mirada desapegada mediante la toma de distancia de los afectos y limita el carácter traumático de las situaciones peligrosas. Frente a la desdicha y la adversidad, se ahorra la depresión, la ansiedad o la cólera que normalmente podrían aparecer manteniendo una perspectiva realista de sí mismo y del mundo.
Según Sigmund Freud, el humor es una contribución del Superyó a lo único que se instaura como observador del yo. La perspectiva humorística ofrece una visión desdramatizada del mundo.
Sigmund Freud atribuyó a las carcajadas el poder de liberar al organismo de energía negativa: científicamente se ha descubierto que el córtex cerebral libera impulsos eléctricos negativos un segundo después de comenzar a reír. También mencionaba que la risa es la mejor vacuna contra la soberbia, la opresión y la intolerancia; propuso la teoría que se refiere al chiste cómo ese momento capaz de proporcionar satisfacción en nuestro mecanismo de inteligencia.
Si un estudioso y analítico como Freud le dedicó tiempo e importancia al Humor ¿Por qué no se lo dedicamos nosotros?
Sin duda una perspectiva que Freud nos hizo enfrentar el Humor a la Desgracia, no como antagónicos, sino como complementarios para el alivio de la desdicha. Seria como un “Fármaco” para aliviar nuestras tensiones.
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