Dicen los estudios e investigaciones que en el trabajo queremos dar nuestra mejor cara y que nos vean de manera positiva, o bien pasar desapercibidos para que no nos caiga alguna bronca o “marrón”.

El entorno de trabajo crea una Cultura donde muchas veces impostamos y fingimos ser quienes no somos.

Dicen los expertos que nos cuesta ser “auténticos”.

Esto viene de lo aprendido desde niños. Cuando éramos críos veíamos a nuestros padres cambiar de actitud ante determinadas situaciones sociales, como si estuvieran interpretando. Pero nosotros veíamos a nuestros “auténticos padres” todo el día, en la intimidad del hogar, sin otras personas presentes. Este choque actitudinal que presenciábamos seguramente marcó nuestra forma de actuar en público. Personalmente me chocaba cuando mis padres hablaban por teléfono, les cambiaba el tono de voz y también la postura. Cuando colgaban podía escuchar algún comentario como “este es idiota” lo que me hizo descubrir el trabajo de actuación que mis padres hacían en ocasiones. No comportarse de forma natural en todas las situaciones lo aprendemos desde nuestra edad infantil.

En un entorno laboral nos sentimos juzgados, observados, evaluados o rechazados, y tenemos miedo a lo que nos pueda ocurrir si no actuamos como creemos que esperan los demás que lo hagamos, sobre todo nuestros superiores directos.

Esta forma de actuar, impostada o fingida, tiene sus momentos álgidos en los primeros instantes de incorporarse a una empresa. En esos primeros días o semanas estamos en modo “observación” y cuidamos mucho que decimos o cómo actuamos.

Esta falta de “autenticidad” hace que nos cohibamos en nuestro comportamiento. Por eso en algunas empresas está mal visto disfrutar o reír a carcajadas en el trabajo. Se nos obliga a fingir que estamos trabajando duro y eso no debería ser divertido, en opinión de algunas personas que tienen cierta responsabilidad en la organización.

La forma de ganar autenticidad es instalando una “Cultura de la Diversión” en el trabajo. Nos referimos en permitir que el humor fluya, que podamos disfrutar con lo que hacemos.

Como decíamos en un Artículo anterior: LAS RISAS UNEN A LOS EQUIPOS.

El esfuerzo de fingir en el trabajo: La risa nos hace auténticos

Poder reír y disfrutar juntos hace que seamos más auténticos y que perdamos el miedo a ser juzgados. Podemos relajarnos.

El poder que se otorga a la risa hace que desbloqueemos los prejuicios y aumente la Confianza.

Tener en los equipos personas con Sentido del Humor y que permiten que nos riamos generan una mayor cohesión en los equipos y una seguridad psicológica entre los miembros.

Además, la risa tiene un impacto en la predisposición de la gente para colaborar.

Las personas que ríen juntos están dispuestos a compartir más temas de intimidad y ser más auténticos entre sí. Generan endorfinas, que les hacen disfrutar lo que hacen y estar más relajados con las cosas que comunican. Las endorfinas facilitan la interacción, al reducir la atención en uno mismo, reducen el miedo a revelar demasiada información o a parecer “raro” o desagradable, y a su vez promueven el intercambio de intimidades.

Cuando sonreímos estamos más predispuestos a mostrar nuestro verdadero yo a los demás, y más abiertos a aceptar a los demás como son, incluidas sus “rarezas”.

Cuando reímos somos más abiertos para aceptar las ideas de loa demás, aunque puedan parecer extravagantes. Abrimos una ventana a la Creatividad y a las propuestas más atrevidas. Dejamos de preocuparnos de que nos rechacen o no acepten lo que proponemos, porque estamos relajados y nos sentimos seguros.

La risa crea un espacio más seguro. Nos permite ser un poco más libres con nuestras ideas.

La risa es consecuencia del entusiasmo.

¿Te atreves a instalar la “Cultura de la Diversión” en tu entorno de trabajo? Depende de todos, no solo de los jefes o superiores.